Mi pueblo es Tixtla, ciudad del sur de México, que se enorgullece de haber visto nacer en su seno a aquel ilustre insurgente y gran padre de la patria que se llamó Vicente Guerrero.
El caudillo azteca que fundó a Tixtla, supo escoger bien el sitio para levantar la nueva población. Un valle ameno y fertilísimo abrigado por un anfiteatro de hermosas sierras cubiertas de una vegetación frondosa, y de cuyas vertientes descienden cuatro arroyos de aguas cristalinas, bastantes para la riega de los terrenos y que van a formar al oriente de la población un lago pequeño…
Así pues, en aquella tierra “las flores suceden a las flores, y las alas del céfiro se agitan fatigadas en los jardines de Gul,” como dijera el cantor de la novia de Abydos…
Ignacio Manuel Altamirano